Sólo follar

¿Cómo se puede sentir tan poco haciendo el amor?
Sólo follamos, borrachos, como quien habla con un desconocido, como un hambriento devorando el plato de lentejas que siempre repudió. Y yo soy bulímico más bien. Nos movemos, chocamos con violencia, nos balanceamos y bailamos, atrapados por sexos empapados en sangre tuya o mía. Yo llevo el ritmo de las canciones, tú, quizás, te excites pensando en otra persona, imaginando que mi polla es de otro... cámbiame la cara y llámame por otro nombre si quieres, no me importa, pero no me mires a los ojos ni dejes de gemir. Ya sólo me motiva eso.
Sólo follamos y tú lo sabes, no perdamos el tiempo justificándonos como cuando nos queríamos ¿Ves? Ya no me acaricias, me arañas; mejor así, aunque me dejes recuerdos de los que no querré acordarme mañana, cuando me sea difícil revivir todo esto; ya llevo colgados del cuello dos regalos amoratados, y hay otra, y lo sabes... puede que haya sido premeditado, no quiero pensarlo, me decepcionarías, posiblemente me marcharía a casa; luego me masturbaría en aquella cama que compartí contigo para acabar con esta erección que llega a doler. No pensaría en ti, ya no huele a ti mi habitación, no pensaría en nada. Ahora te confesaría que no me costó olvidarte, aunque sea mentira, para que te sientas mejor, o para que me folles resentida y con rabia... si es que ya no sé...

¿No echas en falta algo? Ahora mismo echo de menos un poco más de carne que poder coger, lamer y morder. Tanta droga te está dejando en los huesos.
¿Y no echas en falta un “te quiero”? Yo sí, lo necesito, pero no vestido en tu voz. Sé que no lo dirás, estoy tranquilo; no me lo dijiste ni cuando supuestamente lo sentías, nunca nada. Yo me quedaba afónico dedicándote palabras.

Esto empieza a hacerse eterno, el placer se asume secundario. Esto se torna desfogo, despedida y venganza. Quiero que disfrutes como nunca y que pases las noches con la miel en los labios, que seas tú quien se masturbe pensando en mí.
Quién lo diría, estas frases en mis dedos y en lo más profundo de mi cabeza... devuélveme lo que fui y quédate con lo que soy, así como me hiciste...


«Acompáñame», y te he acompañado. Hemos salido de la multitud, sin cogernos de la mano, yo sin miedo a perderme. Hemos dejado atrás todo. Hemos enfilado la avenida en dirección a tu casa, con la música verbenera y lejana reverberando por las calles. Allí todo está vacío, oscuro y húmedo. Hemos entrado en tu habitación y, mientras me cercioraba de que todo continúa igual, ya te estabas desnudando. Yo ya sabía dónde están los preservativos...

Aún tienes mis dibujos decorando tus paredes.

No voy a llorar ahora, no sé en qué coño estoy pensando, tengo tormentas de pensamientos fustigándome, y me hacen sentir tan mal... córrete y me iré. No quiero verte desnuda nunca más. Para qué.

Quizás todo forme parte del mismo plan, quizás todo sean consecuencias. Quizás, cuando despierto en mi habitación y no la reconozco y me siento perdido, en el fondo sepa que sólo añoro nuestra cama, que os añoro a las dos.