Clockwork orange
—Ya ven, señoras y señores. El sujeto se siente empujado paradójicamente hacia el bien cuando tiene impulsos hacia el mal. La intención de obrar violentamente va acompañada de una intensa angustia física. A fin de contrarrestar esto, el individuo tiene que actuar de manera diametralmente opuesta ¿Alguna pregunta?
—¡El libre albedrío! Este joven no tiene, de hecho, opción alguna. Su propio beneficio. El horror al sufrimiento físico obligó a este muchacho a participar en este grotesco acto de humillación. Su falta de sinceridad era evidente. Deja de ser un criminal, pero también deja de ser una criatura capaz de opción moral.
—Eso son sutilezas. Los motivos éticos no nos atañen. Nuestra meta es suprimir la criminalidad y aliviar la tremenda congestión que hay en las cárceles. Nuestro joven será un buen cristiano dispuesto a poner la otra mejilla, a ser crucificado antes que a crucificar; lleno de angustia ante la sola idea de matar una mosca. Completamente regenerado para la mayor gloria de Dios, ¡Y lo que importa es que el experimento ha resultado!
Y al mismísimo día siguiente, vuestro amigo y humilde narrador era un hombre libre.
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