Rebajas en pelucas
Me estoy perdiendo de mala manera, lo voy viendo. Demasiado a menudo me sorprendo con pensamientos propios de un desequilibrado bailando en mi cabeza. Y por momentos me atrapo y trenzo elucubraciones paranoicas con la presteza y la mano de un demente. El caso es que voy acumulando mierda, mierda y más mierda en mi vientre y en la quijotera, y tanta porquería empieza a moler a palos la poca cordura con la que antaño me pude valer.
Me siento tan indefenso como un niño en la oscuridad de la noche. Aprendí a callar, a ser un cobarde y a tragar. Y ahora todo me va matando. El desencanto de los recuerdos, que siempre, traidores, me apuñalan por la espalda, me flagela cruelmente. Las cicatrices inmortalizan mi desconfianza con el mundo entero. Estoy enfermando, me voy quedando sin amparos: un pequeño gesto puede tantear mi juicio, una palabra perdida y sin intención alguna es capaz de hundirme… cada verdad o sentimiento que me tengo que tragar y que se pudre en mis entrañas me aparta de la sensatez y socava en mi estado de ánimo.
En soledad mis coros se vuelven alaridos, y acabo descojonándome tirado por el suelo como un borracho perenne, emulando el típico perfil de un chiflado. Y luego lloriqueando como un crío caprichoso me he dado pena y asco; tanta felicidad en su día me hizo creer que ya nunca volvería a llorar...
Ya estoy cansado de esperar y esperar; el tiempo, definitivamente, no tiene ni puta idea de curar las heridas. Empieza a costarme demasiado encontrar fuerzas para sonreír, y en el desgaste la paranoia aprovecha para hacer nido en mí. Llego a creer que nunca fui feliz, que siempre fui fachada.
Estoy cansado de todo y no hago nada por cambiarlo; necesito y no tengo. Mi egoísmo silencioso me está volviendo loco. Luego, temblando en la noche, vendrán a violarme los remordimientos... esos hijos de puta que se van habituando a la luz del día y que ya se asoman y empiezan a hostigarme nada más empezar la jornada.
Pero no todo son penas, he aprendido a disfrutar de la locura que me gangrena: cuando veo bailar pequeños demonios, feos y peludos, en medio de la calle, echo mano de la cerveza y sonrío, disfruto del espectáculo. Entonces nada es tan dramático y vuelvo a ser el de siempre.
BSO: The black amnesias, Hope of the States
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